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UGT EMASESA

El catorce de octubre de 2013 se puso en marcha una nueva organización en el Departamento de Planificación y de las Áreas Territoriales. En síntesis dichos cambios consistieron en el traslado de todos los planificadores de PICA y de los dos oficiales administrativos relacionados  con estas tareas de Dos Hermanas y Camas a Escuelas Pías, para  centralizar toda la planificación de la empresa en este nuevo departamento. Asímismo, las Áreas Territoriales se  redujeron a cuatro, haciéndose depender la conservación de Redes de todas ellas de PICA, aunque el personal permaneciera en los centros de trabajo actuales, salvo el de Camas, que posteriormente abandonó también el  centro, ya que las actuaciones a efectuar en esa población pasaron a atenderse desde Coria del Río. Ya en su día comentamos que ese nuevo diseño organizativo sólo resultaría adecuado si se tomaban las decisiones necesarias que garantizaran el buen funcionamiento de las actividades afectadas por dicha reorganización y se dotaba de personal suficiente el Departamento de Redes. No obstante, con posterioridad, tuvimos la oportunidad de comprobar la existencia de lagunas y  cabos sueltos, a los que se sumaban la frecuente improvisación y la falta de previsión. Y un ejemplo de esto fue la nueva configuración del sistema global de guardias que se puso en marcha en enero de 2014, que volvió  a reorganizarse posteriormente, en lo que a los capataces compete, y del que tendremos ocasión de hacer algún comentario más adelante.
A todo este dislate organizativo hay que sumar el importante cambio producido en la propia configuración de las Áreas Territoriales, que han perdido buena de parte de su autonomía pasando a depender directamente de la División de Distribución de PICA.
Groso modo apuntábamos que la puesta en marcha del nuevo sistema organizativo carecía de la previsión y la reflexión necesarias para que el proyecto final fuese operativo desde el primer momento y compartido por el conjunto de personas implicadas en el desarrollo del    mismo. Y este comentario, por  supuesto, lo hacíamos teniendo como axioma básico una premisa fundamental: el abundar en la eficiencia y en la calidad del servicio que prestamos, apostando por el fortalecimiento de EMASESA como empresa  pública.
Siguiendo con este breve resumen, una nueva genialidad organizativa vino a introducirse en marzo de 2015, modificando sustancialmente las condiciones de trabajo de los   capataces de las Áreas Territoriales, pues se les obligó a que se incorporaran a las Guardias de PICA, con objeto de coordinar, desde ahí, todo el espacio geográfico en el que opera EMASESA durante las citadas guardias. Por fin, la por ahora última imposición en este sentido ha sido la incorporación obligatoria de los capataces de las Áreas Territoriales a los turnos de noche de PICA.
Evidentemente, formas de organizar una tarea hay muchas. Y de entre esas muchas puede haber muchas que sean buenas; aunque sean diferentes unas de otras. Por tanto, puede ser difícil a priori hacer una evaluación sobre hasta qué punto determinada planificación pueda ser mejor o peor. No obstante, en el caso que nos ocupa hay una serie de premisas fundamentales que hacen que, si no las perdemos de vista, la nueva reorganización que se plantea se haga más que cuestionable. Pero a estos efectos, no sólo existen previsiones o suposiciones sobre qué pueda ser mejor o peor, también  existen hechos más que contrastados. Nos explicamos.

 

Las áreas territoriales se crearon para atender con mayor eficacia su territorio de actuación

Con anterioridad a la creación de las Áreas Territoriales, se puede decir que Conservación de Redes era una unidad productiva y centralizada que atendía al municipio de Sevilla y algunos asociados que podían considerarse, por su proximidad geográfica, casi como “barrios” del propio  municipio. Pero el impulso metropolitano hizo que la empresa se expandiera considerablemente, abarcando un área   territorial de notables dimensiones. En principio, ello justificó la implantación de las  citadas Áreas Territoriales. Y, si así se crearon,  desmonopolizando el  centralismo existente con anterioridad, precisamente fue para atender de la mejor manera la citada expansión geográfica.

A los capataces de las áreas territoriales se les obliga a ir  hasta el CT de PICA 

Y aquí reside nuestra primera gran cuestión, pues el obligar a los capataces de las Áreas Territoriales a que tengan que ir hasta el Centro de     Trabajo de PICA para realizar las  guardias de fines de semana y festivos y también para que hagan turnos de  noche en el citado Centro, va en contra de la anterior política descentralizadora, y no sólo eso, sino que es hoy día todavía más difícil de justificar atendiendo al gran incremento poblacional que en general han experimentado los municipios a los que atendemos (excluyendo el de Sevilla).

La nueva distribución que se  pretende hace que se abarque más espacio con menos personal

Pero abundando más en esto, ¿no   sería más adecuado y estarían mejor atendidas las Áreas Territoriales estableciendo un sistema coherente de Guardias y Turnos en las mismas (o entre las mismas)? Desde nuestro punto de vista, si ya de por sí el municipio de Sevilla tiene una  considerable extensión, si le sumamos otros municipios enormes como el de Dos Hermanas, u otros más alejados como el de la Puebla o Alcalá del Rio, por no hablar del  Ronquillo, una reorganización de las Áreas Territoriales debe de pasar por implementar éstas con más medios humanos y no al revés, restándoselos, pues la nueva distribución que se pretende hace que se abarque más espacio con menos personal: por una parte el personal que atenderá los turnos tanto de noche como de guardias será el mismo, por tanto aquí no hay un aumento en la eficacia del servicio prestado.
Por la otra, de la realización de dichos turnos se deriva el hecho obvio de que, con  frecuencia, las Áreas Territoriales contarán con menos efectivos de capataces  para atender el día a día (que es precisamente cuando  normalmente más trabajo tienen) pues el mes en el que efectúen el turno de     noche en PICA no estarán atendiendo su tarea habitual en su Área Territorial, lo que también ocurre cuando tengan que descansar los dos días laborables después de haber hecho una guardia de fin de semana en el citado Centro.

¿Cómo masticar todo esto? Y peor, ¿cómo digerirlo? Hasta ahora no hemos obtenido ninguna respuesta medianamente satisfactoria.

Una reorganización más que cuestionable

Efectivamente, formas de organizar hay muchas; y muchas buenas, pero también hay muchas que son pésimas. Evidentemente, a la hora de plantear una reorganización hay que tener en cuenta muchos factores, intentando que no quede fuera ninguno, o al menos ninguno de los que más repercusión pudieran tener de cara a la mejor prestación del Servicio. En este sentido, están bien las estadísticas. Pero en un servicio público como el nuestro también hay que ir más allá de las estadísticas.
Por ejemplo, podemos llevarnos años sin que se produzca ninguna avería importante en un fin de semana en una zona alejada de determinada Área Territorial; pero un día puede darse, y puede  darse de forma “pública y notoria”, en otras palabras, miles de litros de agua inundando las calles.
Resulta que el capataz encargado de  atender ese trabajo se encuentra en PICA (por no decir en Alcalá del Río, pues puede estar, junto con la   cuadrilla de guardia, perfectamente atendiendo una avería allí. Una vez que el capataz tiene conocimiento de esta circunstancia ¿qué tiene que hacer?, ¿desplazarse desde Alcalá del Río hasta allí? Y, por cierto, ¿se lleva la cuadrilla directamente o la deja allí?

Un proyecto sin la reflexión ni previsión necesaria

Sí, ya sabemos que esta circunstancia podía haber aparecido  antes de la reorganización a la que estamos aludiendo y estaríamos en las mismas. Pero lo que pretendemos hacer ver es que, si se reorganiza, que sea para mejor, y no para dejar las cosas igual o peor. Pues, efectivamente, como resultado del ejemplo que acabamos de poner, en unos minutos la imagen y la reputación de la empresa pueden quedar hecha añicos, y todo por no haber organizado la atención de las incidencias de una manera más eficiente.

 

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