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Sólo si recordamos de dónde venimos

podremos llegar a alguna parte.

Sólo si caminamos juntos

podremos alcanzar el horizonte.

 

Felices Fiestas

 

Viñeta: Forges

forgesdiciembre

UGT EMASESA

Dice el refranero que Segundas partes nunca fueron buenas. A  este adagio nos tomamos la libertad de añadirle que menos todavía si la primera vez ha resultado nefasta, lo que, por otra parte, ya se sabía de antemano.
Esta reflexión viene al hilo de las próximas Elecciones Generales, que  son las segundas que se celebran en este contexto de  crisis económica fabricado por quienes tienen  mucho que ganar con el quebranto generalizado de las condiciones en la que vivimos la inmensa mayoría de la ciudadanía.
Por ello no está de más que hagamos  un pequeño catálogo de las cuestiones que nos importan, que inciden en nuestro día a día y en el de las personas de nuestro entorno, de las cosas, en suma, que deberían tener presentes quienes aspiran a gobernarnos.
En este momento es básico que se inicie un proceso de recuperación de los derechos  arrebatados tanto por la Reforma Laboral como por la batería legislativa esgrimida por el gobierno con el presunto propósito de propiciar los ajustes necesarios para equilibrar el déficit público.
Los últimos años han sido determinantes para la degradación de las condiciones laborales.  Para restaurarlas hay que propiciar la creación de empleo, pero no vale cualquier empleo. Lo que necesitamos son empleos de calidad que garanticen salarios dignos, que reduzcan la desigualdad y que generen la recaudación necesaria para restablecer el Estado de Bienestar.
Al mismo tiempo hay que fortalecer el sistema de prestaciones por desempleo, garantizando la cobertura a quienes han sido expulsados del mercado de trabajo, arbitrando las medidas necesarias para que puedan integrarse nuevamente en el mismo. Todo ello sin perder de vista la necesaria inclusión de los jóvenes en el mercado laboral.

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Pintura: Picasso

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UGT EMASESA

Nunca antes con tan poco esfuerzo se había conseguido que una idea o un mensaje viajara por el espacio y llegara a un importante número de destinatarios.
El proceso de comunicación al que ya estamos acostumbrados a través de whatsApp, twitter o facebook puede ser tan valioso como un cuchillo para cortar pan que, como éste, también puede utilizarse para herir a alguien.
Los mensajes que a diario recibimos a través de estos canales no son siempre los más apropiados teniendo en cuenta el momento de crisis social que vivimos como consecuencia de la violencia machista que ya se ha cobrado en lo que llevamos de año la vida de 48 mujeres y ha destrozado para siempre la de sus hijos e hijas, de los que casi nadie se  acuerda.
La violencia machista es la consecuencia de un pensamiento  patriarcal consolidado en nuestras sociedades desde el Neolítico, con la excepción de algunas civilizaciones semimatriarcales de la Edad del Bronce.             

La  relación de  poder entre hombre y mujer se remonta al origen de las primeras culturas y las religiones monoteístas se han encargado en todo este tiempo de reforzar e  inocularnos en el ADN la específica diferenciación de las funciones en la comunidad según el sexo. Sin remontarnos demasiado en el tiempo, el arzobispado de Granada editó en el año 2013 un libro que llevaba por título “Cásate y sé sumisa” como ejemplo mayúsculo de la gran dedicación que parte de la Iglesia Católica, en este caso, hace para redundar y perpetuar los roles tradicionales en los que la mujer debe estar sometida al hombre. En contraposición desde algunas instituciones políticas se ha trabajado en dirección absolutamente contraria con la apuesta de la asignatura de  “Educación para la Ciudadanía” con la que se pretende romper los esquemas heredados por siglos de dominación machista.
Otras medidas, coercitivas contra los maltratadores y de protección hacia las maltratadas que están puestas en marcha también siguen siendo necesarias.  Pero este problema que atañe a  hombres y a mujeres tiene una dimensión social y cultural que desborda todo lo imaginable. Los     pequeños micro machismos que todos y todas realizamos en muchas ocasiones son muestra de ello. Y son  precisamente las redes sociales las que actúan de auténticos altavoces. Es en ellas donde deberíamos asumir el compromiso de detectar los mensajes, que escondidos bajo supuestos montajes graciosos  no hacen más que reproducir los esquemas machistas que luego queremos combatir.  Es precisamente en esas redes sociales donde debemos ser más beligerantes y no sólo no reenviando los mensaje, sino además,  llamando la atención a los autores o autoras e invitándoles a reflexionar sobre lo que han escrito.

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